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lunes, 30 de junio de 2014

33. LA ZORRA Y EL CEPILLO DE DIENTES. Primera Parte

Después del asunto policial, vuelvo a estar en calma. ¿Por cuánto tiempo? Mejor no aventurar nada.

Todavía no ha empezado el colegio, así que Nuestro Hijo sigue disfrutando de sus vacaciones con nosotros por semanas alternas.
Esta semana le toca estar conmigo, pero El Contrario me ha preguntado si se lo podía llevar al circo.
He accedido, a fin de cuentas él pasa menos tiempo con el niño debido a la distancia.

Al salir del trabajo me he ido a pasear a Curra, durante el paseo me he encontrado con La Vecina y hemos decidido tomarnos un Tinto de Verano en una terracita cercana a casa. Porque pasaba por allí, se nos ha unido El Conocido, que vive también en el mismo complejo de edificios que nosotras. Ya comentaba en alguna ocasión el parecido de dicho complejo con Melrose Place.

La cuestión es que mientras departíamos alegremente los tres, he recibido un sms de El Contrario.

-“¿A qué hora te llevo a Nuestro Hijo a casa?”-. Pregunta en el mensaje.
-“Como muy tarde a las doce de la noche, que mañana yo trabajo y el niño se viene conmigo”-. Le he contestado yo.
-“¿Puedo llevártelo a las dos? Es que si no te lo tengo que llevar ya, porque cierran el recinto del circo y no podré sacar el coche”-. Él.
-“Pues tráemelo ahora. Avísame cuando lleguéis por si estoy en el parque paseando a Curra”-. Yo.
- “Eres una zorra. Te lo llevaré a las doce”-. Por supuesto, él.

Creo que se me ha desencajado la cara o como mínimo me ha cambiado de color, porque La Vecina y El Conocido me han preguntado al unísono; “¿Qué ha pasado?”.
Y es que si hasta ahora había recibido una infinidad de mensajes de móvil y de correos electrónicos bastante disparatados por parte de El Contrario, es la primera vez que me insulta desde que lo conozco.
Ya no he podido terminarme mi Tinto de Verano, el nudo en la boca del estómago me lo ha impedido.

Finalmente me trajo al niño a las doce de la noche. Debe ser que le hicieron un pase VIP para que su coche no se quedara inmovilizado hasta las dos de la madrugada en el circo.

La semana toca a su fin y le vuelvo a preparar a Nuestro Hijo su macuto con toda su ropa planchadita y limpia, para que afronte la nueva semana en el quinto. Es lunes.

El miércoles me llama el niño por teléfono.
- Hola cariño ¿Cómo estás?- Le pregunto. Me encanta oír su voz.
- Bien. Mamá ¿puedo bajar a casa a por mi cepillo de dientes?-. Me pregunta mi angelito.

No le eché un cepillo de dientes en el macuto porque no es la primera vez que se queda unos días en el quinto y había dado por hecho que allí tiene uno propio.
En cualquier caso, el niño subió el lunes y estamos a miércoles. Pobrecito mío, está aún sin lavarse los dientes.
- Claro cariño, baja y te llevas lo que necesites-. Le digo […]

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