Todavía
no ha empezado el colegio, así que Nuestro Hijo sigue disfrutando de sus vacaciones con nosotros por semanas alternas.
Esta
semana le toca estar conmigo, pero El Contrario me ha preguntado si se lo podía llevar al circo.
Al
salir del trabajo me he ido a pasear a Curra,
durante el paseo me he encontrado con La Vecina
y hemos decidido tomarnos un Tinto de
Verano en una terracita cercana a
casa. Porque pasaba por allí, se nos ha unido El Conocido, que vive también en el mismo complejo de edificios que
nosotras. Ya comentaba en alguna ocasión el parecido de dicho complejo con Melrose Place.
La
cuestión es que mientras departíamos alegremente los tres, he recibido un sms de El Contrario.
-“Como
muy tarde a las doce de la noche, que mañana yo trabajo y el niño se viene conmigo”-. Le he contestado yo.
-“¿Puedo
llevártelo a las dos? Es que si no te lo tengo que llevar ya, porque cierran el
recinto del circo y no podré sacar el coche”-. Él.
-“Pues
tráemelo ahora. Avísame cuando lleguéis por si estoy en el parque paseando a Curra”-. Yo.
-
“Eres una zorra. Te lo llevaré a las doce”-. Por supuesto, él.
Creo
que se me ha desencajado la cara o como mínimo me ha cambiado de color, porque La Vecina
y El Conocido me han preguntado al
unísono; “¿Qué ha pasado?”.
Y
es que si hasta ahora había recibido una infinidad de mensajes de móvil y de correos electrónicos bastante
disparatados por parte de El Contrario,
es la primera vez que me insulta desde que lo conozco.
Finalmente
me trajo al niño a las doce de la noche. Debe ser que le hicieron un pase VIP para que su coche no se quedara
inmovilizado hasta las dos de la madrugada en el circo.
La
semana toca a su fin y le vuelvo a preparar a Nuestro Hijo su macuto con toda su ropa planchadita y limpia, para
que afronte la nueva semana en el quinto. Es lunes.
El
miércoles me llama el niño por teléfono.
-
Hola cariño ¿Cómo estás?- Le pregunto. Me encanta oír su voz.
-
Bien. Mamá ¿puedo bajar a casa a por mi cepillo de dientes?-. Me pregunta mi
angelito.
No
le eché un cepillo de dientes en el macuto porque no es la primera vez que se
queda unos días en el quinto y había dado por hecho que allí tiene uno propio.
En
cualquier caso, el niño subió el lunes y estamos a miércoles. Pobrecito mío,
está aún sin lavarse los dientes.
- Claro cariño, baja y te llevas lo que necesites-. Le digo […]