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martes, 22 de diciembre de 2015

38. LAS LADILLAS

Tuvo que pasar todo el fin de semana hasta que pude recoger la dichosa notificación del juzgado, he pasado estos dos días en ascuas.
Pero por fin salgo de Correos con el papelito.
Es una citación para el juicio por la denuncia que El Contrario me puso en la Policía Nacional meses atrás.
En seguida me he puesto en contacto con La Experta -¿qué haría yo sin ella?-, mañana mismo nos pondremos manos a la obra, tenemos unas cuantas semanas por delante.
Mientras tanto os seguiré contando lo de Amanda y Serafín:

“[...]El primer resultado dio positivo en anticuerpos de VIH, pero el de inmunotransferencia fue negativo. Con ésto ya bastó para que Serafín diera por hecho que era el fin.
Lógicamente había que repetir la prueba a lo largo de unos meses.
Por su parte Amanda, hizo lo propio, ya se sabe, dos que duermen en el mismo colchón…
A ella le dio negativo desde el principio.
Tras varios meses de agonía, resultó que el falso positivo de Serafín en ELISA -descartado hasta tres veces por el Western Blot-, se debía a la vacuna de la gripe que meses atrás había decidido ponerse, puesto que siempre fue muy hipocondríaco.
Llegados a este punto, en el que ambos se quedaron tranquilos respecto al tema de la salud, Amanda también se quedó tranquila respecto al resto de temas.
Esto es, no se preguntó -hasta hace unos instantes-, por qué Serafín se hizo esa primera analítica de venéreas. ¿Desconfió de ella? ¡Qué leches! A saber dónde habría metido al soldadito y cuántas veces.
Pero si Serafín ya le pegó ladillas a Amanda la primera vez que tuvieron contacto sexual y entonces ella no se echó las manos a la cabeza sino un extermina bichos en el potorro, ¿por qué esta vez iba a ser diferente?
-¡Válgame el Señor! –exclama Amanda en voz alta- Y todavía he tenido que oír que yo no lo quiero como él a mí.
Aunque eso es cierto –piensa ella-, nunca lo he querido así de mal.[...]”

Ya he podido leer por primera vez la denuncia que El Contrario me puso. Es un completo disparate y una sarta de mentiras. Espero que me toque un juez paciente y dispuesto a dejar que me explique. Con estas cosas nunca se sabe, ya lo dice el refrán: Pleitos tengas y los ganes.
De momento, tengo argumentos reales más que de sobra para desmontar la denuncia de El Contrario, será cuestión de ponerse a ello y compilar toda la documentación posible.

lunes, 26 de enero de 2015

DATOS Y AGRADECIMIENTOS.

Me resulta difícil llegar al final de esta historia y no decir adiós, o quizá hasta pronto.
Si no viera ese marcador que indica unas poquitas visitas más cada día, a lo mejor sería diferente.

Por eso, antes de hacer un paréntesis y detener este impulso de escribir que me dio hace unos años y se hizo real en noviembre de dos mil trece con el post "PRÓLOGO" de "NO SÉ CÓMO PUEDES...", me gustaría compartir -con quien quiera leerlo- algunos datos de esta aventura.

¿Sabéis cuál ha sido el capítulo más leído/visitado hasta ahora?

El número 14. "LA MEDUSA".
Sabía yo que tendría tirón.
Le siguen; "PRÓLOGO", el número 4. "INTERNET, EL CONTRARIO Y YO." y el número 5." LA DEL QUINTO".

A vosotros/as ¿Cuál os ha gustado más? O menos.

En cuanto a la procedencia de las visitas recibidas, la mayoría ha sido desde España. Y para mi sorpresa también desde EEUU, China y Méjico.

Aunque no quiero dejar de mencionar a Alemania, Puerto Rico, Polonia...
Me sorprende gratamente que me hayáis leído/visitado desde Uganda o India.

En cuanto a las visitas españolas las más numerosas fueron desde Murcia, seguidas por las de Madrid, Barcelona y Santa Cruz de Tenerife.


Pero principalmente, lo que quiero hacer hoy es dar las gracias.

Gracias a todas y cada una de las personas, que de forma intencionada o fortuita, se han pasado por este blog.
Tanto a las que se detuvieron a leer alguno o varios de los capítulos, como a las que pasaron de largo. Pero sobre todo, gracias a las que se sintieron atraídas por mis ocurrencias y se convirtieron en asiduas cada semana.

Si lo echáis de menos -y por si no lo sabéis todavía- podéis leer otros desvaríos míos desde

Sé que me olvidaré de alguien, sois tantos/as los/as que me habéis ayudado en esta aventura...pero  me gustaría detenerme especialmente en algunos/as de vosotros/as para personalizar mi inmenso agradecimiento.

En primer lugar, gracias a mi "Pepito Grillo", porque siendo una de las dos primeras personas en leer algo de lo que ya había escrito, me animaste a seguir con ello, lejos de llamarme loca. Total eso ya lo sabemos.
Gracias además, por darme algunas pautas a seguir y sugerirme la idea de publicar por capítulos a través de un blog, mostrándome algunos ejemplos en otras páginas.

Gracias a mi familia más cercana; mi madre y mis hermanos/as -políticos/as incluidos/as- por no juzgarme, apoyarme y comprenderme siempre. 
También a mis sobrinos/a que con tanto entusiasmo me han publicitado.

Gracia a mi "Experta" consejera, que me has acompañado en la lidia de ciertas batallas estos últimos años, implicándote emocionalmente y convirtiéndote en mi amiga. Sin ti no lo habría conseguido. Gracias.

Gracias al resto de mi familia también -tengo una extensa y magnífica lista de primos/as y tíos/as- que a través de Facebook habéis seguido -y compartido con vuestros contactos- cada post del blog.

Gracias a todos/as los/as amigos/as, conocidos/as y no conocidos/as quienes, a través de Facebook, Twitter, Google+... me habéis ayudado a llegar un poquito más allá.
En este sentido, también gracias a los/as amigos/as de mis hermanos/as y a los/as amigos/as de sus amigos/as.

Gracias a todos/as los/as que en algún momento dedicasteis unos instantes de vuestro tiempo a dejar un comentario o un "me gusta". Perdonadme por aquellos que no publiqué o decidí borrar en alguna ocasión. Para todo hay un por qué.

Muchísimas gracias a esa persona tan especial que -de forma casual- vio este blog publicitado en otra página y sintió especial curiosidad, leyéndome mucho más allá de lo escrito. Gracias por querer compartir conmigo tus impresiones y tus dudas al respecto desde el otro lado. Gracias por seguir tu instinto y encontrarme. Las cosas suceden por algo, incluso a veces por algo bueno.

Gracias a mis vecinos/as, a mis amigos/as del parque, a mi amiga de las charlas en la puerta del cole, a las chicas de la piscina, a mis compañeras/os de trabajo, a mis amigos/as de "La Abadía"...
A quien me haya olvidado que no se lo tome como algo personal y lo achaque a mi despiste.

Especialmente GRACIAS a aquellas personas que me juzgaron y criticaron duramente. Nunca llueve a gusto de todos, pero la lluvia limpia las impurezas y revitaliza los campos para que dejen de ser yermos. Gracias por ayudarme a renacer.

Y finalmente y por encima de todas las cosas, gracias a mi amada hija, luz de mi vida, porque tú eres mi motor. TE QUIERO.


lunes, 19 de enero de 2015

62. LA MISMA VIDA.



Exprimí al máximo mis últimos días en Formentera.
Como ya había terminado la novela, las mañanas se las dedicaba a Mi Hijo y a  Mi Madre.
Les estuve enseñando muchos de los rincones que yo había descubierto gracias a La Buceadora.
También fuimos al faro de La Mola y le conté al peque alguna historia sobre faros de las que me había contado El Corredor.
Por las tardes me tomaba el café con El Pintor y posaba un rato para él.
Aunque prefiere captar a sus modelos desprevenidos, quiso hacerme un retrato como regalo por nuestra incipiente amistad.
Después quedaba con El Corredor y paseábamos por la playa o nos reuníamos con La Buceadora y el resto del grupo.
La despedida de todas esas personas resultó durísima.
Aunque hemos hecho planes para volver a vernos y sé que será así.
A mi regreso, fui a ver a El Editor. Le entregué la novela terminada. Estará en las librerías en unos meses. Ya se ha iniciado la campaña para su promoción.
Todo me parece tan irreal, que siento como si lo viviera desde fuera de mi misma, como mera espectadora.
El Corredor también volvió a su trabajo y vida cotidiana. Mantenemos contacto a diario ¡bendita tecnología!
Decidimos tomarnos lo nuestro con calma, ver cómo evoluciona.
Personalmente, hace años que no me sentía tan ilusionada.
Actualmente sigo en mi trabajo de siempre.
De momento todo son proyectos, así que es mejor tener los pies en la tierra para no elevarme más alto de lo recomendable, por si hubiera de bajar de golpe.
Mi Hijo ha empezado el nuevo curso con muchas ganas. Hace los deberes sin que le tenga que decir nada y me habla con alegría de su día a día en el colegio.
En cuanto a los asuntos pendientes con El Contrario, estoy a la espera de que salga la sentencia del recurso de apelación que finalmente –y como era previsible- presentó, al no estar conforme con mi absolución.
Supongo que si la Audiencia Provincial se ratifica en la sentencia de primera instancia, buscará otro “motivo” por el que pasearnos por los juzgados.
Igual, cuando por fin se publique mi novela, le da por demandarme solicitando derechos de imagen, alegando que él es Serafín.
He decidido vivir cada día como si fuera el único.
A lo largo de estos últimos años he aprendido a ser fuerte y valorar todo lo que tengo, que no es poco.
Un hijo maravilloso por el que luchar cada día, una familia unida en la que siempre encontraré amor incondicional y amigos de los de verdad.
Ahora cuando alguien me diga aquello de “no sé cómo puedes” sabré qué contestar... Que si volviera a nacer, elegiría vivir la misma vida.



lunes, 12 de enero de 2015

61. UNA NUEVA REALIDAD.


Quedan cuatro días para que terminen mis vacaciones.
La novela está acabada, sólo me falta releer todo el texto por si tengo que hacer alguna corrección. Aunque, supongo que después El Editor se encargará de hacer y deshacer a su antojo.
Amanda no tuvo su final feliz, aunque he dejado la puerta abierta por si hubiera posibilidad de escribir una  segunda parte.
A fin de cuentas, soñar es gratis.
Esta mañana estaba fisgoneando en la casa vecina, donde el otro día atisbé a alguien pintando sobre un lienzo.
El Pintor, al pillarme infraganti, me ha hecho un gesto con la mano para que me acercara.
Nos hemos presentado y, muy amablemente, me ha invitado a tomar un té frío.
El Pintor es un anciano, aunque a lo lejos no parecía tan mayor. Es alemán.
Con un acento germano muy peculiar –en una mezcla de castellano y mallorquín- me ha contado que vive en Formentera hace más de tres décadas.
Cuando he sentido la confianza suficiente, le he preguntado si podía ver lo que estaba pintando. No ha tenido ningún inconveniente.
He imaginado que en el lienzo podría encontrarme plasmada cualquier cosa; el mar, el cielo estrellado, algo abstracto, un autorretrato… Lo que no me hubiera imaginado nunca es lo que realmente he visto.
Ahí estaba Mi Hijo conmigo, ambos sentados en el balancín del porche, abrazados, contemplando el mar.
La pintura me ha transmitido una ternura infinita. Tanto, que sin darme cuenta mis lágrimas han salido a flote.
El Pintor dice que disfruta cuando hay inquilinos en la casa vecina. Suelen convertirse en su inspiración.
Me ha conducido a su estudio, dentro de la casa, para enseñarme otros cuadros, en los que aparecen; una pareja de enamorados, niños jugando, una mujer llorando… Y así varias decenas de pinturas realizadas a lo largo de las tres últimas décadas, en las que ha estado aposentado en esa casa.
Ha sido un encuentro muy conmovedor.


Mientras Mi Hijo y Mi Madre se echan la siesta, yo prefiero ir a darme un baño a la playa. Siento que se me escapa el tiempo y lo quiero aprovechar al máximo.
A estas horas el sol pega bien fuerte. La ventaja es que no hay nadie en los alrededores.
Me embadurno bien de protector solar, aunque mi piel ha adquirido en estos días un bronceado espectacular.
A continuación cubro mi cuerpo únicamente con una túnica de gasa.
Camino hasta la playa, son unos cien metros de sol abrasador, me desprendo de la liviana tela y me adentro en ese mar turquesa y sosegado.
Nado, floto, buceo, hasta que me siento cansada.
Casi estoy llegando a la orilla cuando diviso a El Corredor. Él también me ve, se detiene y me saluda con la mano.
¿Ahora qué hago? Porque voy en pelotas.
Decido hacerme la naturista y salgo del agua como si nada, esperando que el tono bronceado de mi rostro no delate el rubor que me abrasa las mejillas.
-Aquí no hay ningún faro.- Le digo, dejándome caer en la arena.
-Se te ha olvidado el traje de baño.- Me dice con una sonrisa de medio lado.
-Y a ti las zapatillas de deporte.
-También se puede correr descalzo.
Entablamos un diálogo de metáforas e indirectas que termina en risas.
-¿Te vienes al agua? Me asusta nadar solo.
-Vale, pero sólo es por verte el culo.
-Yo si llevo bañador.
-Pues que te coma un tiburón.
Se despelota riendo a carcajadas y corriendo se adentra en el agua.
No puedo resistir la tentación de hacer lo mismo. Me refiero a correr hacia el agua, porque despelotada ya estoy.
Es inevitable que al poco rato nuestros cuerpos estén enredados.
-¿Aquí hay medusas?- Le pregunto aferrándome a su cuerpo.
-Estás como una cabra.- Me dice, callándome con un profundo beso.
Mi cuerpo, mi mente  y mi todo se abandonan a esta experiencia marítima tan inesperada como placentera.
Nadamos un rato más, ahora envueltos en un silencio ensordecedor.
-¿En qué piensas?- Rompe el silencio él.
-En que dentro de cuatro días volveré a la realidad.
-¿Y eso es malo?
-Eso es una incógnita para mí. En los últimos años las pesadillas y los dulces sueños se han alternado con demasiada frecuencia.
-¿Y ahora mismo dónde estas?
-En un dulce sueño.
-Si quieres podemos intentar convertirlo en una nueva realidad.
Ya no sé que contestar, siento que el corazón se me para.

lunes, 5 de enero de 2015

60. LA ABADÍA PSICODÉLICA.



Desde que entablé amistad con La Buceadora, quedamos todas las mañanas muy temprano. Vamos juntas a las distintas calas.
Ella se conoce la isla como la palma de su mano.
Mientras una bucea y completa su trabajo, la otra –osea yo- escribe desde la arena.
A medio día hago mis pinitos con el snorkel. Después comemos algo y volvemos cada una a lo nuestro.
De regreso –cada una a su casa-, charlamos de nuestras vidas.
La Buceadora es mayor que yo, ha tenido una vida intensa. Sus puntos de vista sobre cualquier tema son siempre muy edificantes para mí, que voy tomando nota mentalmente.
Las tardes me gusta pasarlas con Mi Hijo y Mi Madre, en la playa o de paseo por los pueblecitos de Formentera.
Al peque le encanta pararse en los puestos hippies. Siempre consigue que me deje engatusar para que le compre algo. Poco a poco se está mimetizando con la isla.
Lo miro y lo veo tan feliz que me derrito.
Algunas noches quedo con La Buceadora. Me he integrado bien en su grupo de amigos. Solemos ir a algún bar de la zona o nos vamos a la playa a montar nuestra propia fiesta.
La otra noche estuvimos en casa de mi nueva amiga. Parece una abadía psicodélica.
No me aburro y me estoy riendo en estos días más que nunca.
Todo el grupo me cautiva…La dulzura de La Rubia –parece un oso amoroso- que se come a besos a El Negro. Él, a su vez, se la come con los ojos. La locura de El Primo –es primo de media Formentera- y su chica, La Princesa de Rizos Negros. El gurú -que es vegetariano pero come bistecs si son de buena calidad- es el más joven y se complementa de maravilla con La Hechicera, ella es una polvorilla. Tampoco me canso de oír las elucubraciones de El Buda, es muy profundo de pensamientos. El Rockero tiene un arte especial para decirte lo que piensa, aunque sea una crítica, de tal modo que te hace reír. Pero si alguien me ha ganado ha sido El Abad –es el más longevo-, y ni siquiera lo digo porque se deleitara con mi guacamole la otra noche, sino por el cariño que transmite a todo el mundo.
Ya me quedan pocos días de vacaciones y sé que voy a echar todo esto mucho de menos.
Casi he terminado mi novela.

Amanda y Ernesto van a ser papás, no obstante su relación no funcionó. Lo de la criatura ha sido un accidente al que ella no ha querido renunciar.
Serafín por fin ha encontrado su camino. Uniéndose a un grupo teatral que hace performances muy extrañas en garitos de toda Europa.
Elvira está organizando una exposición con el proyecto fotográfico de Amanda, cuyo leitmotiv es el chocolate.

Esta mañana prefiero salir sola en busca de mi rincón de escritura.
Me dirijo al faro de La Mola.
Cuando llego hasta allí y situándome muy cerca del acantilado, no puedo evitar acordarme de Curra y su vuelo sin motor.
Me invade una enorme tristeza, por la que me dejo llevar en un llanto bastante purificador.
Con la congoja no escucho los pasos ligeros de alguien que se acerca a la carrera.
-¿No me digas que has vuelto a perder los papeles?
Me giro, y atónita veo a El Corredor.
-¿Has venido corriendo desde Galicia?
Me mira con ojos pícaros. Reímos.
Mientras estira la musculatura –esto parece El eterno retorno de lo mismo de Nietzsche-, hablamos un poco.
Es obvio que le gustan los faros y correr.
Me pregunta por el hecho de que haya viajado de Galicia a Formentera. Le explico el episodio de la naranja y como tuve que interrumpir mis vacaciones por motivos laborales.
El Corredor se lamenta sinceramente.
Yo le devuelvo la pregunta.
Me cuenta que su abuelo era farero. Cuando él era un niño, le contaba historias de su oficio. 
Historias de barcos varados, naufragios y rescates. De noches de tormenta y soledad.
Hace unos años que decidió comenzar sus visitas a los faros, aprovechando sus periodos vacacionales. No cree que consiga ver todos los que hay en el mundo.
Se ha pasado la mañana y no he escrito nada. Es la hora de volver a casa, yo lo haré en bicicleta y El Corredor va a retomar su carrera.
-No me importa que me persigas.- Le digo antes de despedirnos.
-Ni a mí que estés esperándome en la meta.

lunes, 29 de diciembre de 2014

59. EL FLASH.


En nuestro tercer día en Formentera ya hemos visto prácticamente toda la isla, por lo menos grosso modo.
Veinte kilómetros de una punta a otra tampoco requieren mucho más tiempo.
En la playa a la que accedemos desde la casa, solemos coincidir siempre las mismas ocho o diez personas. Por suerte, entre ese reducido número se encuentran un niño y una niña con edades aproximadas a la de Mi Hijo.
Por otra parte –y doblando la fortuna-, también solemos coincidir con otra señora muy agradable. Abuela, a su vez, de uno de los niños.
Por ello cuando cojo mis útiles de escritura y me pierdo para inspirarme, lo  hago con la tranquilidad de saber que durante esas horas Mi Hijo y  Mi Madre se están divirtiendo.
Entones es cuando yo aprovecho para buscar playas más recónditas, rincones perdidos en los que no tropezarme con nadie y lograr concentrarme.
Al final no cambié el rumbo de la novela, seguí por donde iba.

Amanda ya le ha hecho alguna que otra tarta de chocolate a su vecino  Ernesto. Y éste, a su vez, ha sabido agradecérselo.
Entre tarta y tarta, alguna que otra desdicha cómica le sucede a Amanda. Hay que seguir una trama que mantenga al lector expectante.
Serafín, por su parte, se ha convertido en un lastre para ella. No la deja ni a sol ni a sombra, tras su ruptura con Ramón.
No sabe vivir solo.”

En San Ferrán me compré lo necesario para hacer snorkel.
Hoy he decidido practicarlo en Es Caló des Mort. Para llegar a allí he conseguido una bicicleta, aunque  encontrar el lugar no ha sido sencillo. He tenido que preguntar varias veces a algún isleño hasta dar con la cala.
Aparentemente no hay nadie. El mar está tan tranquilo que parece una postal irreal en la que adentrarse.
Me encanta deslizarme sobre las praderas de posidonia, tan largas y oscilantes por los movimientos de las olas.
Es sorprendente nadar al lado de sargos, meros o dentones.
Entre las rocas contemplo maravillada el color y el brillo de los tomates de mar, las mullidas esponjas, las afiladas púas de los negros erizos
De repente una luz me ciega y emerjo.
Resulta que no estoy sola, hay un buzo haciendo fotos.
Por lo menos esta vez llevaba puesto el bikini.
Nado hasta la orilla, me siento en la arena blanca y observo el agua cristalina, esperando ver asomar a ese paparazzi marino. Me puede la curiosidad.
Casi me dispongo a regresar a mi bicicleta, aburrida por la espera, cuando el buzo sale a la superficie.
Hay sitio al que ir, pero viene hacia mí.
Sale de espaldas para no tropezar con las aletas. Como siguiendo un ritual, se va quitando el equipo. Empieza por la boquilla del regulador, luego las gafas, sigue descolgándose la botella de oxígeno de la espalda, se desabrocha y deja caer al suelo el cinturón con la pesa…Yo observo fijamente sin pudor. Estoy perdiendo la educación.
-¿Te he asustado con el flash de mi cámara?
-No, que va. Sólo me deslumbró.- Le contesto sin dejar de observarla. Es una mujer.
-Creo que mi objetivo te ha captado. Te metiste de lleno en el plano.- Sonríe de medio lado mientras me habla. -¿Echamos un vistazo? Es la ventaja de la era digital, no hay que esperar a revelar las fotos. ¡Si, aquí estás! –Me dice acercándome la cámara, para que pueda ver la foto.
Salgo tocando una estrella de mar. A pesar de las gafas de bucear y el tubo en la boca, la imagen no está mal.
A propósito de la foto, entablamos conversación.
Se nos va un buen rato en la charla.
La Buceadora está en Formentera desde hace unas semanas, suele venir cada cierto tiempo. Es bióloga marina y está terminando un trabajo sobre el impacto del cambio climático en las especies de la isla.
Antes de regresar, ella me anima a que quedemos para salir por la noche, me presentará a sus amigos.
No rechazo la oferta, estará bien hacer un poco de vida social.