Exprimí
al máximo mis últimos días en Formentera.
Como
ya había terminado la novela, las mañanas se las dedicaba a Mi Hijo y a Mi Madre.
Les
estuve enseñando muchos de los rincones que yo había descubierto gracias a La Buceadora.
También
fuimos al faro de La Mola
y le conté al peque alguna historia
sobre faros de las que me había contado El Corredor.
Por
las tardes me tomaba el café con El Pintor y posaba un rato para él.
Aunque
prefiere captar a sus modelos desprevenidos, quiso hacerme un retrato como
regalo por nuestra incipiente amistad.
Después
quedaba con El Corredor y paseábamos
por la playa o nos reuníamos con La Buceadora
y el resto del grupo.
La
despedida de todas esas personas resultó durísima.
Aunque
hemos hecho planes para volver a vernos y sé que será así.
A
mi regreso, fui a ver a El Editor. Le
entregué la novela terminada. Estará en las librerías en unos meses. Ya se ha
iniciado la campaña para su promoción.
Todo
me parece tan irreal, que siento como si lo viviera desde fuera de mi misma,
como mera espectadora.
El Corredor también volvió a su trabajo y vida cotidiana.
Mantenemos contacto a diario ¡bendita tecnología!
Decidimos
tomarnos lo nuestro con calma, ver cómo evoluciona.
Personalmente,
hace años que no me sentía tan ilusionada.
Actualmente
sigo en mi trabajo de siempre.
De
momento todo son proyectos, así que es mejor tener los pies en la tierra para
no elevarme más alto de lo recomendable, por si hubiera de bajar de golpe.
Mi Hijo ha empezado el nuevo curso con muchas ganas. Hace
los deberes sin que le tenga que decir nada y me habla con alegría de su día a
día en el colegio.
En
cuanto a los asuntos pendientes con El Contrario, estoy a la espera de que salga la sentencia del recurso de
apelación que finalmente –y como era previsible- presentó, al no estar conforme
con mi absolución.
Supongo
que si la Audiencia Provincial se ratifica en la sentencia de primera
instancia, buscará otro “motivo” por el que pasearnos por los juzgados.
Igual,
cuando por fin se publique mi novela, le da por demandarme solicitando derechos de imagen, alegando que él es
Serafín.
He
decidido vivir cada día como si fuera el único.
A
lo largo de estos últimos años he aprendido a ser fuerte y valorar todo lo que
tengo, que no es poco.
Un
hijo maravilloso por el que luchar cada día, una familia unida en la que
siempre encontraré amor incondicional y amigos de los de verdad.
Ahora
cuando alguien me diga aquello de “no sé cómo puedes” sabré qué contestar... Que si volviera a nacer, elegiría vivir la misma vida.
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