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lunes, 28 de abril de 2014

24. EL JARABE.

Segundo mes después de que se dicte sentencia y El Contrario sigue pasándose la misma por El Arco del Triunfo.
Teniendo en cuenta que la obligación de pagar la pensión de alimentos se origina legalmente -moralmente es otra cosa- desde el día en que interpuse la demanda, el señor acumula ocho mensualidades impagadas.
Ocho meses -sin contar los anteriores a la interposición de la demanda- en los que Nuestro Hijo no ha dejado de comer, vestirse, ir al colegio...
De eso ya me he encargado yo hasta donde he podido y mi familia hasta donde no.
Dejando a parte lo económico, han llegado las primeras vacaciones y, por tanto, el primer régimen de visitas a cumplir.
Así que, como dicta la sentencia, a las ocho en punto de la tarde del Miércoles Santo mi  niño está con su macuto preparado, esperando ansioso a que su padre lo recoja.
Tic, tac...ocho y media, seguimos esperando.
No hay que olvidar que el desplazamiento es del quinto al entresuelo, El Contrario está en período vacacional y por lo tanto en su tierra.
Ante la inquietud del niño, le digo que llame a papá por teléfono. Porque si va a tardar saldremos a pasear a Curra.
No contesta al móvil, así que salimos a pasear a la perrita.
El niño lo llama otra vez cuando regresamos del paseo. Ahora si contesta, está de camino. Pero no de arriba a abajo, sino que viene en coche de quién sabe dónde.
Al final se ha presentado casi a las diez, pero se ha presentado.
Con las mismas me he ido a casa de Mi Madre a pasar estos días, porque recientemente le dio un arrechucho. Además estará Mi Hermana Pequeña que vive en la gran ciudad y también se viene al pueblo unos días.
Una vez más he creído que iba a disfrutar de algunas horas de tranquilidad. Ahora se me viene a la mente lo que nos decía un profesor en el instituto: ¡Estoy cansado de vuestros "creí-que" y  vuestros "pensé-que"!
Jueves Santo por la mañana. Llamo al peque por teléfono, lo noto algo afónico, le pregunto y me dice que le duele la garganta.
- Dile a papá que te dé Junifen.- Le digo al niño, que apunta el nombre del jarabe.
Las madres somos licenciadas en medicina, por si alguien no lo sabe.
Por la tarde, recibo un sms de El Contrario. Dice algo así: "Estoy esperando a que vengas y me traigas el jarabe para el niño, que para eso te pago xxx euros todos los meses".
Me quedo a cuadros, ya no por la desfachatez de decir que ME PAGA lo que no me paga -que en cualquier caso se lo pagaría a Nuestro Hijo-, sino porque sea tan ruin de dejar al niño padeciendo dolor de garganta por cinco cochinos euros.
Así que contacto con unos familiares paternos. Ellos me tranquilizan y me dicen que le comprarán el jarabe y si es necesario llevarán el niño al médico.
Por supuesto, hago hincapié en que les daré el dinero del jarabe cuando regrese de casa de Mi Madre.
Cuando he vuelto a hablar con Nuestro Hijo, me ha dicho que no se había tomado el jarabe, porque su padre no ha dejado a los familiares paternos ni a La del Quinto ir a la farmacia a comprarlo.
De modo que me he subido al coche, he cogido carretera y me vuelto de casa de Mi Madre -que por suerte se queda con Mi Hermana Pequeña- a comprar el dichoso jarabe y a lo que haga falta.
Nada más aparcar en la puerta de casa he recibido otro sms de El Contrario: "Nuestro Hijo está bien, lo he llevado al médico y sólo es un catarro, ¡joder, es mi hijo! no voy a dejar que le pase nada malo, pero quería que vinieras porque no puedes ser tan avariciosa. Siento mucho lo de tu madre, espero que se ponga bien porque yo la aprecio mucho".

¿Qué cómo puedo?... ¡No sé cómo puedo!

4 comentarios:

  1. Al final todo cae por su propio peso, es la ley de la gravedad ;)

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  2. lo que esta claro es que quien mal anda mal acaba,a la larga todo se volvera contra el.toni.

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  3. Ya se me hace poco un capitulo a la semana. Que afición a tus relatos. Gracias

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    Respuestas
    1. Como siempre gracias a vosotr@s que me leéis cada semana y me animáis a seguir con este proyecto.

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