[…] No obstante, a parte de un
cubo de tila me he metido en el cuerpo un Fortasec. Tiendo a somatizar y los
nervios me dan por hacer de cuerpo
más de lo habitual –como educadamente, diría La del Quinto-, pero la realidad es que si no me lo tomara, me
cagaría por la pata abajo, literalmente.
También asistirá al juicio El Gerente, para corroborar –si fuera
necesario- que es cierto que tengo la posibilidad de adaptar mi horario laboral
a las necesidades y atenciones que mi hijo requiere.
Ya estamos todos en el juzgado, La
Experta nos está esperando.
El Contrario, por su parte, también ha llegado acompañado por Su Abogado.
Es la hora; nos llaman a juicio.
Por suerte, Mi Hermano Mayor puede entrar como público. Estaré más segura
sabiendo que en el caso de que me flaqueen las fuerzas, él estará ahí.
A partir de ese momento todo
sucede a una velocidad de vértigo.
La
Experta expone,
Su abogado expone, el fiscal habla y
el juez da el juicio por terminado.
Yo tenía en mente mi propia idea
preconcebida del juicio, estilo Kramer
contra Kramer, tan dramático todo.
También es cierto que había poca
tela que cortar. El niño con la madre. El resto de detalles aparecerán en la
sentencia cuando la dicte el juez, aunque deja claros los puntos clave.
Así que cuando hemos podido cerrar la boca, nos hemos empezado a levantar para abandonar la sala, entonces ha sido cuando Su Abogado lo ha dicho:
Así que cuando hemos podido cerrar la boca, nos hemos empezado a levantar para abandonar la sala, entonces ha sido cuando Su Abogado lo ha dicho:
- ¡Pero es que mi cliente va a
contraer matrimonio en breve!
¡Acabáramos! Si Faemino y Cansado hubiesen estado en la
sala, hubieran dicho aquello de “¡Qué va,
qué va, qué va, yo leo a Kierkegaard!”.
Pero ellos no estaban en la sala,
así que ha sido el propio juez el que ha tenido que decir;
- ¡Enhorabuena!
Yo todavía no he podido
reaccionar, aunque he conseguido salir de la sala, al fin.
Fuera estaban esperando Mi Hermana Mayor y El Gerente. Lo siento por ellos, porque se han dado el viaje en
balde y no han podido tener sus cinco minutos de gloria. Aunque más bien me
alegro de ello.
Afortunadamente para mi
autoestima he conseguido aguantar el tipo hasta que El Contrario y Su Abogado
han desaparecido por el pasillo. Entonces he tenido que tomar asiento, porque
los pies ya no me sostenían y las lágrimas han venido a mí.
Pienso que soy muy privilegiada
por haber estado tan bien acompañada hoy, tengo tanto que agradecer.
Los pelos como escarpias.......
ResponderEliminarEso te pasa porque los llevas muy largos, jajaja...un besico lucero
EliminarMuy bien ilustrado el texto. La foto de "El piano" como derrumbe final en la lluvia, magistral. Suerte con todo lo demás.
ResponderEliminarMuchas gracias
EliminarGracias por este nuevo capitulo. Cualquier conexión con la realidad es pura coincidencia, y aún así, resulta de lo más verídico y creíble el relato. Me gusto que con cuatro pinceladas dieras forma, sentido y contenido.
ResponderEliminarY a mi me gusta que os esté gustando, me vais a sacar los colores.
ResponderEliminarUna vez más gracias a tí y a tant@s otr@s que me leéis cada semana.