Traductor -Translate

lunes, 21 de julio de 2014

36. AMANDA Y SERAFÍN.

Asombrosamente sigue la tranquilidad –relativa, eso si-. Los embargos se suceden puntualmente y a Nuestro Hijo no le está faltando nada. Eso es algo que me llena de satisfacción.

No es que El Contrario se haya olvidado del todo de mí –no caerá esa breva-, porque sigo recibiendo, de vez en cuando, algún email o sms recordándome lo avariciosa y mala persona que soy.

Ni que decir tiene que he aprendido a ponerme el impermeable y, últimamente, ese tipo de cosas me resbalan.

Pues bien, aprovechando estos días de calma, he comenzado con mi proyecto de novela. Casi tengo a los personajes, ella se llamará Amanda y él Serafín.

He comenzado así:

“Lunes, siete de la mañana, suena el despertador con su odioso pitido. Amanda suele colocarlo lejos de su alcance cada noche. Así se asegura de que se levantará para apagarlo, y una vez fuera de la cama su fuerza de voluntad le dará la energía necesaria para ir a la ducha y comenzar el nuevo día.

Cuando termina de ducharse –exactamente a las siete y diez minutos- despierta a su marido. Serafín está despatarrado ocupando ambos lados de la cama.
Amanda disfruta regalándole esos diez minutos de sueño cada mañana, pero odia los otros diez minutos de después, los mismos que necesita para despertarlo del letargo con infinita paciencia. Primero con unos besitos en la mejilla, en los ojos, en los labios… Después con unas leves caricias en la cara y los hombros, para terminar con una serie de insistentes empujones, hasta que Serafín, por fin despierta.

Para cuando él ha salido de la ducha –otros 30 minutos después-, ella ha hecho la cama, recogido la ropa sucia y preparado el desayuno para los dos. Aunque, aburrida de esperar, ya se ha tomado el suyo y hasta se ha lavado los dientes.
Serafín se sienta en un taburete de la cocina, y mientras se toma su café mira a Amanda fijamente. Se nota que está a punto de decir algo en varias ocasiones, pero no lo hace. Hasta que Amanda, desesperada, le dice:
- ¿Qué?
- Cariño,-comienza diciendo él– nos tenemos que divorciar.
Después de decir eso, unta su tostada de mermelada , con mucha parsimonia.
- ¿Qué? –Vuelve a preguntar ella.
- Si es que tú, en realidad, no me quieres como yo te quiero a ti. Sólo me tienes cariño, y mirando por tu futuro, es mejor que cada uno tome su camino. -No da opción a réplica y continua hablando- Esta noche ya no dormiré aquí. Puedes quedarte con el alquiler del piso, yo me voy a casa de un amigo. Otro día pasaré a recoger mis cosas.
Cuando termina su discurso –y su desayuno- Serafín se levanta –sin recoger su vaso ni nada-, coge su cartera, sus llaves, su abrigo y se va.
Pasan unos segundos hasta que Amanda es consciente de que hace otros cuantos segundos que ha dejado de respirar…”

Igual me está quedando muy melodramático, además eso de empezar sin hablar de sexo me da a mí que no va a cuajar.

Habrá que buscarle un lado oscuro al tal Serafín, intuyo que no es trigo limpio y esa tal Amanda, no sé qué voy a hacer con ella.

2 comentarios:

  1. Tu ya sabes que si quieres triunfar en esto de escribir libros hay tres estilos, primero para Adolescente( acción) , segundo de terror y tercero de sexo, la mejor opción es la tercera. Las 60 sombras de Amanda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja...bart win, no sea usted impaciente, el mundo no se hizo en un día..ya veremos lo que la moza da de si, o tal vez el que despunte primero sea Serafín...

      Eliminar