Traductor -Translate

lunes, 13 de enero de 2014

9. NUEVE MIL CIEN.

Nueve mil cien euros. Ya es definitivo.

Me refiero a lo que tengo que pagar a Hacienda.

Vamos, que estaba yo esta mañana de humor para que en el trabajo me dijeran que si no voy nunca a la peluquería. Sinceramente, prefiero mis pelos al libre albedrío a parecer que llevo puesto el casco de la moto a todas horas.

Me esperan tres o cuatro años -siendo positiva- de riguroso ceñimiento de cinturón. Más todavía.

A fin de cuentas si sólo se trata de dinero, Virgencita que me quede como estoy. Que las cosas siempre pueden empeorar.

El ataque por los flancos no termina de dar resultados. He conseguido que El Contrario suba, de vez en cuando, a dibujar graffitis al quinto. Aunque no sé si se debe tanto a mi estrategia como a que La del Quinto requiera más de su presencia. Y claro, cuando aprieta, aprieta.

Aun así, sigue bajando a dormir y a ducharse a casa.

La otra noche después de que; yo llegara del trabajo, de ponerme con el peque a hacer los deberes, de hacerle la cena, de ayudarlo a ducharse, de acompañarlo a la cama, de leer con él un ratito antes de darle el beso de buenas noches...Después de; recoger la cocina, de poner una lavadora y de otras labores del hogar, me hice mi vaso de leche con Nesquik -no nos olvidemos de los códigos de barras- y me dirigí al salón con la intención de ver la televisión.

Entonces me lo encontré en el sofá, a El Contrario digo. Viendo un partido de fútbol.

Tardé un poco en reaccionar, no sabía si pretendía que me sentara con él a ver el fútbol o que me fuera directamente de la cocina a mi habitación de desprometida.

Dejé mi vaso de leche en la mesa, cogí el mando de la televisión que descansaba en el brazo del sofá y cambié de canal para poner el programa que yo quería ver. Gran Hermano, creo recordar.

El Contrario me miró con los ojos inyectados en sangre, no sé si se debía a que no me había sentado con él en el sofá a disfrutar del partido de fútbol o a que cambié de canal.

- Estaba viendo el partido.- Dijo El Contrario, con voz de asombro.

- Quien paga elige.- Contesté yo, muy tranquilamente.

El Contrario se levantó del sofá como a cámara lenta, parecía que quería decir algo. Algo que no dijo. Y se fue a su habitación. La misma que en su día fue la habitación conyugal.

Desde entonces pasa  más tiempo en el quinto, A Dios gracias, pero no termina de irse y sigue sin poner un duro para el sustento de nuestro hijo, ni mucho menos para el pago de suministros. De la hipoteca ya ni hablo.

No me ha quedado más remedio que recurrir a Mi Madre para poder pagarle a Hacienda.


Si fraccionaba la púa no había derecho a reducción por pronto pago, y un préstamo personal con la hipoteca que ya arrastro era impensable.

Si Mi Madre me puede ayudar hoy es gracias a Mi Padre. Él falleció hace treinta años y como diría Mi Amiga y Compañera de Trabajo, él si era un señor que se vestía por los pies.

No hay comentarios:

Publicar un comentario